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11:11


     Las 11:11 marcaba el reloj, y se me ocurrió pedir el deseo de siempre, aunque es ridículo pensar que porque sea las 11 y 11 del día once, del mes once, se cumpliría todo lo que desee. 

Deseo que mi novia no me deje jamás.

     Era un deseo un poco cursi para un chico como yo, sin embargo aquí estoy frente al reloj de mesa, con los ojos cerrado, los dedos cruzados y con una pizca de fe y repitiendolo varias veces:

Deseo que mi novia no me deje jamás.

Deseo que mi novia no me deje jamás.

Deseo que mi novia no me deje jamás.

     Al abrir los ojos ya eran las 11:12 pm, me levanté entonces de la silla de mi escritorio y me recosté en la cama, estaba cansado, mañana tendría una práctica de fútbol, sentí algo vibrar debajo de mi almohada, al deslizar mi mano tome mi teléfono, eran varios mensajes de mi novia, decía que me asomara por la ventana. Al hacerlo estaba ella en la calle con la ropa de ceremonia puesta, tocó el vidrio para que le abriera, así que le quite el seguro a la ventana y paso, la abrace tan fuerte que sentía que la asfixiaría de nuevo, así que aflojé mis brazos y le dije al oído, que haces aquí amor.  

     Déjame ir- con una voz melancólica contestó, mientras se desvanecía en mis brazos. 
   
    Una brisa fría hizo que despertara, al hacerlo noté que la ventana de mi habitación estaba abierta… 
Que interesante… 

    La comisura de mis labios se curvó hacia arriba, era satisfactorio saber que aun después de asesinarla, su alma seguía siendo presa mía. 


                                                                                                                              Autora: Stefany Bello.